Los resabios de la Ciudad indígena

Alberto Diaz-Cayeros
7 min readApr 28, 2018

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La Ciudad de México se concibe casi siempre como una urbe colonial española, con un Centro Histórico lleno de palacios del siglo XVI y XVII, salpicada por alguna que otra construcción posterior. Cuando se recuperó el Templo Mayor los Defeños de entonces pudimos contemplar algunos restos de la ciudad indígena, supuestamente destruida en su totalidad por los conquistadores. Pero la Ciudad indígena en realidad nunca desapareció, como nos lo cuenta en su espectacular libro Barbara Mundy (que me acabo de enterar ya esta traducido al español por Grano de Sal como Muerte de Tenochtitlán, con una bella portada).

En mi ultima visita a la Ciudad de México decidí hacer un pequeño recorrido por una zona de la ciudad que rara vez se visita, cerca del Mercado de la Merced, en lo que fue uno de los cuatro barrios principales de la ciudad, San Pablo Teopan-Zoquipan. La razón para visitar ese barrio era principalmente porque quería ver si quedaba algún resto de una Casa, que aparece en un mapa del siglo XVI, perteneciente a la familia de Andres de Tapia Motelchiuhtzin (gobernador de 1526 a 1530). La casa aparece en lo que generalmente se conoce como el Mapa de Uppsala o Mapa de Santa Cruz que fue elaborado por los sabios indígenas del Colegio de los Naturales de Santa Cruz de Tlatelolco alrededor de 1550 (también tenemos una nueva edición publicada por UNAM y Era con análisis y comentarios de Miguel León Portilla y Carmen Aguilera).

Casa de Tapia en Mapa de Uppsala (captura de imagen a partir de la reconstrucción digital de Lily Diaz y colaboradores) http://sysrep.aalto.fi/

La imagen de la casa tiene los aros característicos del Tecpan, o palacio indígena, junto con elementos constructivos netamente españoles. Tiene además una curiosa veleta con un gallo, que es una de las pocas decoraciones de este tipo en el conjunto del mapa. El mapa esta repleto de glifos prehispánicos denotando lugares y pueblos, así como ilustraciones de actividades humans cotidianas, mostrando escenas de cacería, tala de árboles, tamemes y migrantes, pescadores, pastores, trabajo en recolección de pulque, salinas y cal, y hasta una escena de un robo y otra de un español atacando a un cargador.

Pero a mi lo que me llamó la atención del gallo sobre este palacio híbrido, es que me recordó la Casa de la Cacica en Teposcolula, que ha sido discutida lucidamente por Kevin Terraciano en su libro sobre los Mixtecos (Ñudzahui) durante la era colonial. Cuando visité esa casa hace ya cerca de 10 años, me llamó poderosamente la atención -más allá de los detalles arquitectónicos de elementos europeos como el arco romano combinados con dinteles y discos prehispánicos en el friso-, la velocidad con que la nobleza indígena adoptó las costumbres de los conquistadores, incluidas, por ejemplo, corridas de toros que se realizaban en el patio. Pero lo más notable de visitar el sitio es la manera como la casa de Doña Catarina de Peralta desafía por su mera ubicación física al poder religioso del templo de los Dominicos. La casa mira orgullosamente de frente al templo con su famosa capilla abierta, como revelando que la autoridad política temporal sigue en manos de la nobleza indígena, no obstante los profundos cambios traídos por la conquista.

Stephanie Wood 2010 https://www.flickr.com/photos/50811857@N07/4666972195

Regresando a la Ciudad de México, lo interesante de recorrer el barrio de San Pablo Teopan-Zoquipan fue descubrir que aunque no parece quedar ningún rastro visible de la Casa de Tapia, encontré algo quizá más misterioso y maravilloso. El cuadrante de la ciudad que visité se puede apreciar en el Mapa de Uppsala, que presento girado para que el Norte quede arriba y sea más fácil la orientación. La Casa de Tapia se muestra en el centro de la imagen. Hacia el Oeste está el templo de San Pablo con un gran atrio, y al Este la Casa de Pablo (plenamente española en su arquitectura), que Barbara Mundy piensa perteneció a otro gobernador, Don Pablo Xochiquenztin. El acercamiento del mapa muestra con claridad las calles, las acequias, y en la parte de abajo algunas de las chinampas donde se cultivaba en el sistema lacustre. Se ve también hacia el Sur de la Casa un Tecpan puramente indígena, y hay otro en el extremo de la izquierda (en otro momento prepararé un post sobre los Tecpan que he reconstruido en un Sistema de Información Geográfico, para entender mejor los espacios indígenas en el siglo XVI). En la esquina del Suroeste se ve un templo que no aparece con una glosa escrita, ya en la zona chinampera, que seguramente es la Capilla de San Lucas (lugar socorrido por los carniceros, ya que el rastro de la ciudad se encontraba contiguo).

El mapa equivalente de esta área al Oeste del Mercado de la Merced se puede ver en Google Maps, con áreas verdes claramente visibles en los atrios de San Pablo y San Lucas. El mapa esta encuadrado aproximadamente por las calles de José María Izazaga en el Norte, Fray Servando Teresa de Mier al Sur, Pino Suarez al Oeste y Circunvalación al Este.

Mi recorrido una tarde de domingo inició en el Hospital de Jesus (que no se alcanza a ver en este acercamiento del mapa que he incluido, el famoso punto de reunión del primer encuentro entre Cortez y Moctezuma). Caminando desde Pino Suarez hacia el Sur se puede dar vuelta a la izquierda en la calle de San Jerónimo, y pasar la escuela Primaria España, con una larga e interesante fachada que me imagino es del siglo XVIII.

Calle de San Jerónimo, Escuela Primaria España © Alberto Diaz-Cayeros

La fachada tienen números en cada entrada, como si hubieran sido en algún momento casas habitación individuales, aunque no puedo asegurarlo. Al llegar al cruce de calles donde se ve al frente una amplia zona arbolada y las cúpulas de dos templos de San Pablo (uno el viejo, y otro el nuevo), se me aproximó un policía preventivo de la Ciudad de México. Me dijo que tuviera cuidado en esa zona pues con frecuencia llegan grupos de jóvenes que podrían robarme el celular con el que tomaba fotos. Conversé con él durante unos minutos sobre la iglesia de San Pablo, y las jacarandas y ahuehuetes que todavía parece haber en el frondoso jardín. No pude visitar el antiguo atrio, o el templo viejo de San Pablo, o lo que luego fue un Colegio. Según tengo entendido ahi adentro hay una capilla abierta y un hermoso retablo de cantera.

Vista de la plaza del Colegio y Templo de San Pablo Viejo © Alberto Diaz-Cayeros

El espacio es ahora ocupado por el Hospital Juarez del Centro, y no me permitieron la entrada. Me parece una pena que este sitio tan pertinente para entender el origen indígena de la Ciudad no pueda ser visitado por el público. Lo que se ve desde la calle es poco atractivo: una serie de puestos semifijos (varios de ellos vendiendo productos para bicicletas) y una barda de barrotes blancos bien pintados. El hospital, colegio y la parroquia de San Pablo seguramente tenían un semblante muy distinto hace un par de siglos, como se puede apreciar en esta cartulina del siglo XIX.

Fuente: Mexico City Ambles https://mexicocityperambulations.blogspot.com/2016/05/centros-four-indigenous-quarters-san_21.html

Ahora bien, respecto de la Casa de Tapia, me gustaría pensar que una pared en ruinas que vi frente a la entrada del Hospital Juarez del Centro es uno de los restos de lo que seguramente fue un amplio conjunto arquitectónico. La cuadra completa ya no tiene ningún edificio colonial. Está ocupada por un par de estacionamientos públicos.

Muro en ruinas sobre la calle de Jesús María © Alberto Diaz-Cayeros

Pero la Ciudad de México siempre tiene tesoros guardados para quien quiere abrir los ojos y mirar con cuidado. Cuál no sería mi sorpresa al encontrar una galería de hermosos murales pintados en las paredes de uno de los estacionamientos de lo que fue la Casa de Tapia.

Murales en el espacio de lo que fue la Casa de Tapia © Alberto Diaz-Cayeros

Me entero leyendo sobre la historia de este rincón de la Ciudad que aquí estuvo la primera Plaza de Toros, que fue demolida por Benito Juárez en parte porque era un lugar de reunión de las fuerzas conservadoras (necesitaría averiguar más sobre si la historia es apócrifa). Pero pensar en esa plaza de toros, conectándola con la Cacica de Teposcolula que celebraba corridas en el patio de su casa, me parece que hace patente la posible conexión con ese México indígena invisible, pero de alguna manera siempre presente. Y me gustaría pensar que los artistas que pintaron los murales que encontré en la antigua Casa de Tapia fueron pintados por sus descendientes, que todavia viven en el barrio de la Merced, o más correctamente, en lo que alguna vez fue Teopan o Zoquipan, el centro efímero del poder político indígena de nuestra ciudad.

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Alberto Diaz-Cayeros

Mexicano orgulloso, migrante renuente. Economista ITAM y Politólogo Duke. Senior Fellow en CDDRL y Director Centro Estudios Latinoamericanos Stanford University