Interesante tu reflexión. Reconozco que es difícil entender, desde una perspectiva general en la ciencia política, por qué los Presidentes a veces cumplen sus promesas, y otras veces traicionan a sus electores. Sin embargo, más a propósito de tu comentario, desde que empecé a pensar en el problema del “misterio” de la irracionalidad del NAIM decidí que no era tan útil pensar en el ángulo de corrupción, pues en México — a diferencia de toda América Latina — parece que los políticos han logrado exitosamente un pacto de omertá en el tema… o quizá los jueces son tan sumisos y débiles que no podemos entrar a un proceso similar al de Brasil, Perú o inclusive Guatemala.
Aunque puede haber muchas debilidades en mi análisis, que se relacionan con los supuestos que utilizo como punto de partida, creo que lo importante es pensar en qué tan lejos nos puede llevar la lógica de un modelo teórico para entender un fenómeno. Los supuestos siempre serán una simplificación, que permiten tener un “asidero” de problemas con causas muy complejas.
Otra cosa, sobre el tema de la consecuencia distributiva del aeropuerto, recomiendo ampliamente el debate sobre Heathrow en el Reino Unido. La conclusión de ese debate en mi lectura fue que lo importante no era ampliar UN aeropuerto, sino pensar en la manera cómo los “low cost carriers” imprimieron mayor competencia en el mercado — al final la mayor conectividad aérea de un país se puede lograr con un aeropuerto más grande, o con varios aeropuertos mejor conectados que desaten la competencia. En el Reino Unido los pobres se beneficiaron de que NO se construyeran más pistas en Heathrow. Promover el uso de Gatwick, Manchester y Luton, que fueron usados por aerolíneas de bajo costo, benefició a quienes sólo podían pagar $50 libras por un vuelo en lugar de $200. Y por supuesto que cambió la asignación de beneficios entre los inversionistas de los diferentes aeropuertos disponibles.
El punto central es que nos falta en México debatir desde una perspectiva distributiva, y no sólo de la eficiencia o la productividad. Y ser menos ingenuos sobre los determinantes de economía política de las decisiones públicas. Entender que las decisiones de grandes proyectos de inversion tienen alternativas (o sea que siempre hay un costo de oportunidad en cualquier proyecto de inversión), y que escoger un proyecto sobre otro SIEMPRE tiene algún efecto distributivo.